21 de
febrero. Allí estábamos los cuarenta y tantos caminantes que en esta ocasión,
bien sea por la facilidad de la ruta o por la calçotada que la culminaría, nos presentamos puntuales en el lugar
de la cita. Con miras a no perder cualquier oportunidad que se presentara
partimos en un autobús que nos trasladó por aires limpios y puros y nos
depositó en Scala Dei.
En un
marco incomparable, donde el Priorato divisa el Mediterráneo desde la altura
del Montsant, donde los Monjes Cartujanos se establecieron en el
siglo XII y donde todo gira entorno a la vocación agrícola y muy particularmente
al entorno del vino, estaba ubicada nuestra ruta.
Nos
dividimos en grupos. Los que no habían visitado la “Cartoixa” aprovecharon
esta oportunidad para recorrer el recinto y empaparse de la vida del monasterio,
Jaume, al no poder acompañarnos caminando, hizo su periplo en bicicleta y el
resto seguimos el Gr174 que nos conduciría a la Vilella Alta por una pista
amplia y fácil, con muy pocos desniveles. Pasamos por tramos cargados de olivos
y encinas, almendros en flor y pinos que dejaban en libertad tandas de orugas
en procesión. Atravesamos viñas en estado de reposo invernal, viñas que por su
cualidad y condiciones únicas, dan lugar a unos vinos que, orgullosos de su
origen, están reconocidos entre los mejores del mundo.
Siempre
con el Montsant vigilante llegamos a
una amplia explanada, justo a la entrada de la Vilella Alta, donde desayunamos nuestros jugosos y exquisitos
bocadillos entre tragos de agua, vino y algún que otro café.
Después
de nuestra consabida foto de grupo, atravesamos el pueblo de la Vilella y siguiendo el caudal del
pequeño río de Scala Dei, pasamos por
un cañizal y zonas poco transitadas, húmedas y de espesa vegetación, hasta
llegar a la Masía del Tancat. Desde allí, por pista amplia y fácil, y después
de haber recorrido unos 12km, regresamos al punto de partida.
Nuevamente
nos encontramos todos en el lugar recomendado para la calçotada: “La
Conreria d’Scala Dei”, donde un amplio refrigerio a base de embutidos,
cava, olivas y vino del lugar estaba preparado para nuestra gula y disfrute. A
continuación, una particular y enriquecedora visita a esta Conreria cuyo nombre tiene una historia y un legado milenario y donde
pudimos degustar y conocer el proceso de creación de un gran vino con
personalidad propia y con denominación de origen Priorat.
Los humeantes
calçots y las alcachofas a la brasa,
acompañados de Les Brugueres en
porrón, nos esperaban en el mismo lugar que, bajo un sol radiante y entre risas
y bromillas maliciosas, devoramos en un tiempo record. A
continuación nos encaminamos a un comedor adecuado y espacioso que nos permitió
continuar, según rige la tradición, disfrutando de la recia y exuberante segunda
parte de la calçotada, acompañada de los
excelentes vinos de La Conreria. No
en vano nos habíamos desplazado en Autobús.
Apuramos
al máximo la muy agradable sobremesa y después del brindis de rigor, dirigido con maestría por nuestra
querida Nieves, con las luces en retirada y el sol ocultándose detrás de Montsant, iniciamos el viaje de retorno
en el autobús que entre frases breves, graciosas, acertadas y
esclarecedoras se fue apagando poco a poco el tiempo hasta llegar todos
relajados y dormidos a Salou.
Un
agradecimiento muy especial a los organizadores y a todos los que hemos hecho posible el disfrute de
este gran día.
Esther
Cruz
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