Domingo de finales de Enero y con
tiempo primaveral, un grupo de 31 excursionistas nos desplazamos a la Juncosa del Montmell, un municipio de la comarca del Baix Penedès,
en la provincia de Tarragona.
Bien familiarizados con la idea de
caminar en grupo y siempre detrás del guía, dejamos los coches en el
aparcamiento e iniciamos la ruta por un bosque de arbustos y pinos cuyas bolsas
de orugas estaban en pleno esplendor.
Muy pendientes íbamos, sobre todo
Ricardo y Margarita con los dos perrillos que nos acompañaban, porque se dice
que si se comen una oruga, muy malo para el perro y muy malo también para la
oruga.
Superados algunos metros campo a
través, pasamos por el Área Recreativa Forestal del pueblo y llegamos a la Iglesia Nueva de San Miguel de Montmell,
de estilo gótico. Según la leyenda, esta iglesia se consagró porque a los
feligreses les resultaba muy costoso
trepar a la antigua ermita para oír el culto. Hicimos en este lugar un alto
para visitarla pero estaba cerrada.
Atravesamos una pista forestal y
subimos por un camino estrecho y pedregoso que nos llevó a la Antigua Iglesia de San Miguel, edificio
de estilo románico que queda como colgado en una zona escarpada y en el que,
entre la falta de conservación, pudimos contemplar el hermoso ábside de piedra
caliza de color rojizo. Aquí otro alto para disfrutar, descansar, almorzar y, como no, hacer
nuestra foto de grupo.
Un esfuerzo más de subida abrupta y
llegamos a un collado por el que, trepando gradualmente, alcanzamos el Castillo de Montmell que está situado en la cima de
la Sierra de Montmell y del que se conservan solamente algunos restos. Se dice
que la primera documentación de este castillo data del año 974. Otro lugar
idóneo para miles de fotos.
Con mucho cuidado Iniciamos el descenso del castillo para enfilarnos a lo alto de otro pico, la Punta de la Cruz, que está coronado por una nada bonita cruz de hormigón. Desde este espectacular mirador pudimos contemplar nuevamente el Alt Camp, el Baix Camp, el Tarragones, el Baix Penedès y también adivinar el mar, que quedaba muy difuminado con la niebla baja que no tardaría en atraparnos.
Continuamos subiendo por una senda de
arbustos que recorre todo el lomo de la sierra hasta llegar a lo alto de la Atalaya del Montmell (861m de
altura). Que panorámica!,
que fresco hacía allí! Punto final de subida. La niebla ya nos daba alcance y
nos acompañaría hasta el final del trayecto.
Tomamos la otra parte de la montaña
para descender por un sendero resbaladizo que nos hacía ir con mucha
precaución. Un tramo abrupto y rocoso que se convertía en un castigo para las
piernas y que, de pronto, pasaba a ser una especie de bosque de pinos y encinas para alojar al "Pi de las Tres Soques". Que
grandiosidad! Abrazos para llenarnos de su energía y más fotos para compartir.
Nuevamente campo a través,
retornamos a la animada Área Recreativa donde el olor a carne a la brasa y a calçots nos invitaba a degustar. Hermoso e idóneo lugar para una próxima comida de hermandad. A partir de allá, recorrimos el ultimo tramo terroso con viñas
hibernando, mimosas y almendros en flor,
y donde el grupo parecía ya "can
seixanta"…un poco desperdigados alcanzamos los coches. Teníamos ganas de llegar!
Muchas gracias MariTrini por guiarnos en tan
sorprendente y atractiva ruta y gracias a todos por compartir y disfrutar de esta
experiencia.
Esther Cruz